Sí, por primera vez el estadio más grande de Argentina, el que vio a la selección campeona en 1978, recibió un partido femenino y fue nada menos que el superclásico. La emoción del antes, durante y después de todos los protagonistas habla claramente de una lucha ganada: Ninguno de los 20 jugadores convocados de River quiso dejar el césped híbrido que pisó por primera vez. Ni los de Boca.
Terminó 1-1, pero eso fue casi lo de menos: el placer fue absoluto. En realidad, ni el temprano error del arquero Pontel que le permitió a Urbani marcar el primero para Boca amargó la tarde soleada en Núñez: nadie dejó de gritar. Fue casi un deja vu del error de González Pirez hace una semana en la Super Masculina, y además con el mismo fin.
La reacción automática de Vicky Costa (figura indiscutible) para animar a su compañera y no rendirse pareció servir a todo el equipo, ya que, tras unos minutos de zozobra e impacto, no frenó en su plan inicial de tener el balón. . Fue el talentoso centrocampista quien lideró la emotiva remontada: Gómez Ares y Huber ya no pesaban tanto y ella fue la encargada de darle el juego a Las Millonarias.
Faltaba el golpe final. Es lo que han soñado toda su vida. Pero a River le costó generar remates limpios (Morcillo muy lejos de los atacantes) y Boca aguantó bien en su propio terreno, casi pasivamente hasta para salir al contraataque. La tarde, igualmente, tenía reservada otra alegría. O mejor dicho, otra pesadilla para un arquero: Fue Oliveros quien, desde el inicio de la segunda parte, mandó un bastón cuando salió a recortar lo suficiente desde el área y acabó rebotando en su compañero Sachs. Del Trecco, atenta, solo tuvo que tocar el gol para desencadenar un partido que quedará grabado en su memoria para siempre.